Estar y aprender en grupo

Como muchas cosas, la educación y los distintos dispositivos pedagógicos fueron evolucionando y cambiando con el paso del tiempo y a la luz de distintas tendencias, modas y teorías. Hoy les propongo analizarlas.

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Desde una enseñanza basada en la transmisión de teorías y saberes abstractos, considerando al alumno un ser bastante pasivo que debía memorizar e incorporar lo que un mayor portador del conocimiento le indicaba, hasta otras corrientes con vigencia en la actualidad, que ponen en relevancia el sujeto que aprende, ya sea niño o niña o alguien mayor.
Hoy en día, el que aprende es considerado un ser activo, al que se le debe motivar con interés para que piense lo que aprende relacionado a lo que el mismo ya sabe, y pueda establecer conexiones útiles. Hoy en día valoramos la participación, el ensayo y error del que se puede aprender y corregir. También la evaluación reflexiva y la autoevaluación, que permite al que aprende un posicionamiento responsable de sus acciones y un ajuste constante de sus saberes.
Pero algo que es fundamental valorar, tanto en el ambiente formal (escuelas, colegios e instituciones en general) como en el informal (el hogar, los distintos grupos de amigos) es la experiencia enriquecedora del vínculo social. Esto es lo que se genera en un espacio grupal, donde hay algunos que saben un poco más que otros o que tienen más impulso que sus pares, y que sirven como estímulo positivo para que el resto los imite, o que en la interacción surja la guía colaborativa, el pensamiento crítico. Por supuesto que es en general un adulto (o varios) quien propicia encuentros y hace de mediador entre el saber, y los distintos miembros del grupo, pero muchas veces es la intervención de un par, de un participante de una edad similar el que genera un ejemplo más afín para que el que está aprendiendo lo entienda y lo siga.
Ejemplo 1: Hace poco veía a niños muy pequeños jugar al borde de una pileta: algunos de ellos quietos y temerosos, observando a los demás sin meterse al agua. De ellos los padres decían que no estaban familiarizados con el agua, y que cuando iban a una pileta (con los adultos) no se metían. Otros niños y otras niñas, mucho más enérgicos y audaces se tiraban al agua y salían. Con sus actitudes convocaban con espontaneidad a sus amigos más pasivos a sumarse a los juegos que iban inventando mientras hablaban y gritaban de alegría (posiblemente por poder jugar en ese ambiente poco habitual con sus amigos, a los que suelen ver en el jardín, no en la pileta). Lo notable de esta situación, es que al cabo de unas horas de compartir jugar en el agua, resulto que todos entraban y salían de la pileta, ya nadie quedaba afuera. Gracias al grupo, todos se sumaron a las habilidades acuáticas, y superaron los límites que les imponía posiblemente el temor a lo desconocido. Pero al ver a sus pares animarse, y ante la invitación a compartir juegos y a divertirse, se fueron integrando, cada uno a su manera pero superando limitaciones.



Ejemplo 2: Esta observación es de un grupo de adultos, en una materia de un curso de posgrado, es decir personas con un trayecto académico pasado, pero que no se conocían del todo y que tienen que formar un grupo por pedido de los docentes, para resolver tareas escritas, orales, grupales e individuales. Lo que queda de manifiesto, es que más allá de la distancia real, logran a través de recursos virtuales, conectarse y establecer un vínculo colaborativo, que los beneficia a todos. Resulta positivo el intercambio y a la vez motivador, porque hay saberes puntuales que disponen unos y no otros, que son enseñados y ensayados en el trabajo grupal. Algunos, por su experiencia laboral saben planificar; otros saben decir, con más fluidez, con mejor vocabulario, y no es que dicen unos o hacen por los otros (ya que cada uno tiene su tarea individual escrita y oral para presentar como obligatoria) sino que transmiten en el grupo lo que saben hacer, corrigen y se ensaya. Cada uno es oído y guiado antes de presentar su trabajo a los docentes. Se produce una experiencia colaborativa que multiplica y amplifica lo que podría ser la experiencia individual. Son más voces y se escuchan diferentes opiniones y reflexiones, que echan luz sobre la realidad que siempre es compleja y multideterminada.
Propiciar y acompañar las experiencias grupales, a todas las edades, es sumamente importante. Supone un aprendizaje muy rico en experiencias, desde lo emocional hasta los conceptos y experiencias que van a circular y suceder en el espacio a compartir. ©

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