Buenas madres, buenos padres

La paternidad y maternidad generan preguntas que mueven a consultar a expertos en estos temas, nos angustian y nos quitan el sueño. Como criar a nuestros hijos, que transmitirles, que no contarles o mostrarles de nosotros mismos, son incognitas que nos mueven a buscar respuestas en psicólogos y psicopedagogos constantemente.

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Al criar a un hijo, ponemos en juego deseos particulares que fantaseamos se realizaran en nuestros niños. De manera explicita o no, consciente o inconsciente depositamos en él o ella, fantasías que tienen que ver con lo que nos hubiera gustado que nos pasara a nosotros mismos y también tratamos de enmendar los errores que sentimos que cometieron nuestros padres con nosotros cuando eramos pequeños.
Muchas veces actuamos movidos por el desesperado deseo de evitarles sufrimientos, para lo cual debemos tener en cuenta que eso es imposible. Podemos cuidarlos, acompañarlos, enseñarles pero la vida siempre tiene eventos que no controlamos y que pueden generar dolor. Lo importante es aceptar esa circunstancia, para encarar el proceso de adaptación a los episodios inevitables de la vida real.
Juan, un paciente, me contaba que su hija Ana de 6 años estaba portándose muy mal, que estaba alterada y enojada desde que se habían enterado que se madre María estaba embarazada. La niña supuestamente, no sabía del embarazo, y ellos no sabían cuando contárselo ni como lo iba a tomar, porque al haber sido hija única tanto tiempo, sospechaban que le caería muy mal la noticia de que iba a tener un hermanito. Este es un ejemplo práctico de como la suposición de los adultos muchas veces no es acorde a la realidad de los niños. Evidentemente Ana algo intuía, por eso estaba reaccionando con malestar. Probablemente sentía que le estaban ocultando algo muy importante que les sucedía a las personas más importantes para ella, que son su madre y su padre, sumado a que su mama estaba frecuentemente esquiva, preocupada y descompuesta. Mi intervención con Juan fue sugerirle que le contaran cuanto antes y con naturalidad lo que estaba pasando, porque el ocultamiento no tenía sentido, ya que ellos iban a tener otro hijo. Cuando Ana recibió la noticia, contrariamente a lo que los padres pensaban, la niña se puso muy contenta, ante la idea de tener un hermano y ante el alivio de saber que su madre no estaba enferma, como ella había fantaseado.
Debemos saber que aquellos conflictos personales no resueltos, las frustraciones, traumas y secretos dolorosos, también encuentran forma de expresarse en la vida familiar. Cada miembro de la pareja parental, cuando la hay, trae consigo sus problemas, que de alguna manera se despliegan en esta nueva familia.
Clara es una paciente que vivia esta situación de proyectar en su pequeño hijo los terrores de un trauma infantil no resuelto. Clara había sido abusada de niña por un amigo de la familia. Pero nunca hasta ahora, había hablado de este tema, tan doloroso, paralizante y atormentador. Estaba notando que sentía obsesiva desconfianza de todos los hombres que podían rodear al niño, sintiendo miedo por él, ante la posibilidad de que entre las personas que los rodean habitualmente (abuelos, tios, padrinos), se escondiera un abusador .
Por su hijo, para encontrar una manera equilibrada de cuidarlo, sin dañarlo con su exagerada vigilancia, tiene la valentía de comenzar terapia. Con el tiempo transcurrido en el trabajo terapéutico, Clara logra tranquilizarse y comenzar un duelo por su propia historia, y separarla de la historia de su hijo .
Y asi muchos conflictos, que se van desanudando con el trabajo psicoterapéutico, que permite liberarse de fantasmas que limitan y condenan las vidas nuevas. Una vida mejor es posible. ©

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