El Palacio Barolo es uno de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires.
Inspirado en la “Divina Comedia” de Dante Alighieri, se divide en tres partes:
infierno, purgatorio y cielo.

Emplazado sobre la Avenida de Mayo al 1370, el Palacio Barolo fue construido entre 1919 y 1923. Fruto del trabajo conjunto entre el empresario Luis Barolo y el arquitecto Mario Palanti, la construcción del imponente edificio sólo demandó sólo cuatro años. Ambos italianos, Barolo y Palanti quisieron homenajear a la “Divina Comedia” de Dante Alighieri.
El empresario Luis Barolo llegó a la Argentina en 1890. Primero se dedicó a la importación de tejidos, luego instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país y, más tarde, inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco. En el centenario de la revolución de Mayo, Barolo conoció al arquitecto Palanti, a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente.
Como todos los europeos instalados en Argentina, Barolo creía que Italia sucumbiría por las guerras. Desesperado por conservar las cenizas de Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la “Divina Comedia” para salvaguardar los restos del poeta.

Estilo arquitectónico

El Palacio Barolo se caracteriza por ser un edificio de estilo ecléctico. En él se observa estilo neogótico, neorrenacentismo italiano, academicismo francés y, en la parte superior, estilo hindú del siglo XII. Con una superficie de 16.630 metros cuadrados cubiertos, divididos en 22 pisos y 2 subsuelos, y una altura de cien metros, fue el rascacielos más alto de la Ciudad de Buenos Aires entre 1923 y 1936.
El edificio se ubicó sobre la Avenida de Mayo, ya que era la más emblemática de la Ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX. Su dirección -1370- rinde homenaje a la “Divina Comedia”, la cual se escribió entre 1302 y 1321.
Para su construcción fue necesaria una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que el edificio superaba casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. El Palacio mide 90 metros hasta el punto más alto de la cúpula, llegando a los 100 con el gran faro giratorio. Su altura evoca la cantidad de cantos de la “Divina Comedia”. Asimismo, posee 22 pisos, ya que algunos cantos del poema tienen 22 estrofas, y once ventanas por piso en la fachada, porque otros cantos tienen once estrofas.
El Palacio Barolo fue el primer edificio argentino construido con hormigón armado. Las escaleras tienen 1410 peldaños revestidos con mármol de Carrara y están decoradas con herrajes, vitraux, lámparas y molduras, mientras que las paredes y columnas fueron cubiertas por granito. La compleja volumetría externa del edificio se articula en basamento, fuste y coronamiento. El motivo central del basamento es el gran pasaje con imponentes portales sobre Avenida de Mayo e Hipólito Yrigoyen.
El fuste o cuerpo central se resuelve con una colmena de bow-windows terminada por una suerte de mansarda de tres pisos. El coronamiento corresponde a la torre que, insinuada desde planta baja, se desprende de la masa general del edificio para elevarse aislada.

La nacionalidad de Barolo y Palanti se hace presente en los colores del Palacio, que representan la bandera italiana (verde en la mansarda, blanco en la fachada y rojo en los pisos interiores).
Por otra parte, el Palacio cuenta con varios símbolos masónicos, como el piso con forma de tablero de ajedrez, que evoca la dualidad; la A de “ascensor” con la escuadra, que representa a los aprendices, y el compás, que simboliza a los maestros de la orden; y la flor de lis, que refiere a la pureza. También se observan círculos en los balcones, los espacios comunes, las ventanas, los ascensores, las esquinas de las paredes y los remates de los pasillos, los cuales guardan relación la perfección. La presencia de estos símbolos se debe a que Barolo y Palanti eran miembros de la masonería.


Una vez finalizado, el edificio fue bendecido el 7 de julio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali. Desde entonces, el Palacio albergó oficinas. Originalmente tenía 400 oficinas, pero con el paso del tiempo los propietarios compraron las contiguas para unirlas, por lo que hoy cuenta sólo 200 oficinas. En 1995 el Palacio fue declarado “Monumento Histórico Nacional”, por lo que estas modificaciones ya no están permitidas.
Al igual que el poema escrito por Dante en el siglo XIV, el Palacio Barolo se divide en tres partes: infierno, purgatorio y paraíso.

El Palacio cuenta con varios símbolos masónicos, como el piso con forma de tablero de ajedrez, que evoca la dualidad.

El infierno

El fuego se ve reflejado en las flores de bronce que decoran el piso de la planta baja y en las distintas figuras -dragones femeninos y masculinos, cóndores y serpientes- allí presentes.
Las nueve bóvedas de acceso, que representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales, se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avenida de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central hacia la cúpula y las que contienen las escaleras hacia los laterales. Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, presentan inscripciones en latín. En total se distinguen catorce citas en el remate de los cielorrasos, que pertenecen a nueve obras distintas. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio y otras a escrituras bíblicas. A través de las citas, Palanti buscó darle al Palacio un aspecto de templo.
Sobre las columnas de las bóvedas transversales se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos.
La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce, donde se ubica la escultura realizada por Palanti, llamada “La Asunción”, que presenta a un hombre –Dante Alighieri– siendo trasportado al cielo.



Atravesamos el Purgatorio

Según Dante, el purgatorio es el lugar donde limpiamos nuestras almas de los siete pecados capitales. En el Palacio, el purgatorio se extiende desde el primer piso hasta el piso catorce, por lo que cada piso par representa un pecado capital: orgullo, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria.
Barolo se reservó los dos subsuelos y los dos primeros pisos, y ordenó construirse dos ascensores privados, evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso. Lamentablemente, el empresario falleció seis meses antes de la inauguración del Palacio, razón por la cual los ascensores privados nunca fueron utilizados y quedaron perdidos en el olvidado.
A medida que se asciende por el purgatorio, la ornamentación comienza a desaparecer de forma gradual. Al estar más cerca del cielo, la presencia de la luz natural es cada vez mayor.

El Cielo

La torre del Palacio Barolo evoca el paraíso del Dante, que se compone de nueve niveles: los cinco planetas conocidos por el hombre hasta el siglo XVI –Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno-, el sol, la luna y las estrellas. En los tiempos del Dante no había cielo sin sufrimiento, por eso debemos subir seis pisos por escaleras para llegar al cielo.
El Palacio ofrece una magnífica vista panorámica a 360 grados de la Ciudad de Buenos Aires, a través de sus ocho balcones. Un último tramo de escalera permite llegar al faro, que evoca la reunión del poeta con la luz divina. La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice.

 


En el Palacio Barolo el Purgatorio se extiende desde el primer piso hasta
el piso catorce, por lo que cada piso par representa un pecado capital.

Sobre el faro, coronado con una flor de lis, se encuentra la constelación de la Cruz del Sur, la cual alinea con el eje de Palacio Barolo en los primeros días de junio a las 19.45. Según la leyenda, cuando la flor de lis queda perfectamente alineada con la Cruz del Sur, se abre un portal dentro del faro hacia otras dimensiones
El faro fue inaugurado en 1923 con el objetivo de iluminar la costa del Río de la Plata y darle la bienvenida a los barcos que llegaban a nuestro país. Sin embargo, en 1939 el Puerto de Buenos Aires le pidió que apagara las luces faro para evitar accidentes. Durante la restauración de 2009 se modificó su potencia lumínica con el objetivo de utilizarlo durante las visitas nocturnas. ©

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