Con diversos estilos del medioevo europeo, esta aldea se encuentra ubicada en una de las reservas ecológicas más grandes y frondosas de la Provincia de Buenos Aires, a sesenta minutos del microcentro porteño.
Su nombre surge de “Campana” apellido de su creador y “polis” como se llamaba a las ciudades en la Antigua Grecia.
Considerado uno de los paseos más fotografiables de la ciudad, Campanópolis te invita sumergirte en sus construcciones históricas y de materiales completamente reciclados para tener un paseo diferente muy cerca de tu hogar.
Este predio de 200 hectáreas con llanuras, bosques selváticos, ríos, arroyos y lagos, fue adquirido en 1976, soñado, proyectado y construido por Antonio Campana, quien no poseía ningún estudio relacionado a la arquitectura, sólo el deseo de hacer realidad su sueño. Tampoco contrató profesionales del área, sino albañiles vecinos que siguieron sus indicaciones para lograr su idea de casitas medievales detenidas en el tiempo.
Como si estuvieras dentro de una serie de Netflix o una película de Tolkien, tus ojos no van a parar de ver estilos sorprendentes, castillos, molinos, lagos, capillas, calles de adoquines, pasajes históricos, torres gemelas, locomotora con vagones, muelles y muchos lugares secretos.
Como una gran persona creativa que era, Antonio viajaba por todo el país y extranjero para conseguir cada parte del material necesario para construir su aldea. Aldea que tiene grandes detalles que marcan la diferencia. Hay muchas baldosas al revés, ascensores en el parque, balcones que son rejas, escaleras que no llevan a ningún lado, barandas como patas de cama. Todo producto de su gran imaginación.
Su sorprendente arquitectura pudo ser vista tanto en programas de History Channel como en producciones de Susana Giménez.
Por un bello camino se recorren las Doce Casitas del Bosque que nos transportan mágicamente hacia un lugar único.
Separado de la aldea medieval, se llega a “Villanueva”, un lugar más surrealista que sólo se accede con un guía del parque y es allí donde se invita a los participantes a ponerle nombre a las construcciones que se llevaron la mayor imaginación y creatividad de su creador.
Además, se podrá recorrer el Museo de las Rejas, el Pasaje del Búho, el Museo de los Caireles, el Cabildo, la Cascina y la Casa Proa de Barco y mucho más.
Campanópolis fue declarado de interés cultural por la Nación en el año 2001.
Una sorprendente arquitectura que fue vista tanto en programas de History Channel como en producciones de Susana Giménez en la apertura de su programa.
Un poco de historia
Este predio cuenta con una gran historia antes de ser la belleza única que hoy es. Si bien fue adquirido en 1976, antes eran explotadas antiguas tosqueras cuyo producto fue usado para la construcción de las bases de las pistas del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y de la autopista Ricchieri. Pero mucho antes de esto, se dice que las tierras pertenecieron a Juan Manuel de Rosas. Luego que le fue expropiada a Campana por el CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad Del Estado) para convertirla en un basurero en los últimos años de la dictadura argentina dejando gran cantidad de residuos y secuela de contaminación ambiental en la zona. Juicio mediante, la misma fue recuperada por su dueño.
El predio de 200 hectáreas con llanuras, bosques selváticos, ríos, arroyos y lagos, fue adquirido soñado, proyectado y construido por Antonio Campana en 1976.
Su creador
Hijo de inmigrantes italianos, Antonio Campana trabajó desde muy chico y durante toda su vida. Comenzó a los 13 como cadete en el Centro de Almaceneros de la Capital Federal y en el cuál fue creciendo. Los fines de semana y en sus tiempos libres se dedicaba a trabajar en su fábrica de cepillos que había creado en su propia casa y que, con el tiempo, se fue agrandando con comestibles y artículos de limpieza.
Con una gran trayectoria de trabajo a lo largo de sus pocos años de vida fundó, a sus 23, el primer autoservicio de comestibles mayoristas del país.
A los 50 años le diagnostican cáncer de amígdalas, lo que genera un cambio muy brusco en su vida. Pero esto no representó un freno a su sueño, sino más bien un impulso para lograrlo y poder disfrutar allí sus últimos años de vida junto a sus hijos y amigos. Muchos más años de los que la enfermedad le anunciaba.
Su tenacidad, memoria, fuerza de voluntad y el amor por el trabajo, fueran la clave de su éxito comercial.
Es importante saber que su creador no participó de Campanópolis como lugar de visita, abierto al público. Es decir, son sus hijos quienes años después reciben a los turistas para pasar un fin de semana diferente.
Lo más importante
Muchos materiales de lo que hoy habitan en Campanópolis fueron reciclados de las mismas demoliciones y otros conseguidos en ferias, remates y tiendas de antigüedades. También se utilizaron maderas del viejo puerto de La Boca, elementos de las demoliciones de la ampliación de la 9 de Julio, butacas de cine, tranqueras del Hipódromo de Palermo, relojes de la estación de trenes de Retiro y herrajes de ataúdes.
En este predio existieron unas tosqueras cuyo producto fue usado para la construcción de las pistas del Aeropuerto de Ezeiza y de la autopista Ricchieri.
Visitas guiadas
La entrada es únicamente con visita guiada ya que no está permitido recorrer el predio de forma personal y se compra únicamente por la página web oficial www.campanopolis.com.ar. No hay boletería en la entrada. Durante la visita de una hora y media aproximadamente, se explica la historia de la aldea, cómo fue construida, el cuidado del medioambiente y todo lo referente al lugar. Se visita el interior de las construcciones y se recorre todos los puntos importantes. El recorrido es de baja dificultad y está adaptado para todo público. Luego de ella, se puede pasear y recorrer el lugar, hacer picnic, sacar lindas fotografías sin fines comerciales y comprar regalitos en la tienda de recuerdos. Otro dato es que dentro del sitio hay un kiosco para comprar café, gaseosas y/o agua y también un food truck que vende hamburguesas y más.
Las fechas son anunciadas en su página web y abre de miércoles a sábados y sólo algunos domingos de feriado puente.
Y esta es la historia de un lugar que reúne familias, amigos y parejas para viajar al tiempo medieval en el corazón de la ciudad de Buenos Aires. La historia de una aldea mágica que prolongó la vida de su soñador y creador por más de 25 años. ©
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