Como en un cuento, el Palacio Ceci se mantiene oculto en Villa Devoto para la mayoría del público. en esta nota conocemos su historia, su presente y los invitamos a conocerlo y recorrerlo.

En el año 1913 Villa Devoto era un puñado de construcciones con calles de tierra donde siempre se corría el riesgo de quedar empantanado. El FFCC Buenos Aires al Pacífico (hoy San Martín) contaba desde 1888 con su Estación Devoto, la del Lacroze (hoy Urquiza) fue posterior y recién se inauguraría en 1940. Por aquellos años, el mundo se preparaba para la primera Guerra Mundial y su consiguiente crisis económica, y la gente continuaba horrorizada por el reciente hundimiento del Titanic; el presidente argentino era Roque Saenz Peña, y por ese entonces en el país había menos de mil autos circulando.
Villa Devoto cumplía 24 años desde su fundación en 1889, y muchos de los lugares hoy emblemáticos del barrio estaban ya en pie como la casa veraniega de Antonio Devoto (hoy Escuela Antonio Devoto), la casa de Honorio Stoppani (el ala antigua del Hospital Zubizarreta) y también el tanque de agua característico del barrio que se observa detrás de la ex heladería Monte Olivia y que supo ser caballeriza y cochera de la ya demolida Residencia Dellacha.
De entre todas estas construcciones históricas se destaca un edificio en particular. Algunos lo conocen como el Palacio Devoto, otro lo llaman Palacio Ceci, mientras que muchos se refieren a él como “el Ayrolo”, porque hace muchos años funcionó allí una escuela de sordomudos.
Desde su construcción en el año 1913, el Palacio estuvo rodeado de leyendas. Una de ellas es la que nombra al Señor Alfredo Ceci como Ingeniero o Arquitecto, cuando en realidad era solo constructor. El Palacio tampoco fue construido a pedido de Antonio Devoto para albergar a un huésped de la realeza italiana que finalmente no pudo llegar al país. El mito dice que por este motivo Antonio terminó regalándosela al constructor. Esta leyenda se tejió en torno a la supuesta llegada del Rey de Italia Victor Manuel III, sucesor de Humberto I, para hospedarse en el Palacio que Don Antonio construía en Villa Devoto. Por aquellos años 1913-1914 Italia entra en la Primera Guerra Mundial, resulta impensado suponer que un mandatario de un país involucrado en la gran guerra pudiera alejarse para visitar una tierra tan lejana. La última de las leyendas urbanas dice que lo construyó Antonio Devoto y, cita textual, “cuando vio que le quedó chico” se lo regala a Alfredo Ceci.


El Palacio Ceci está ubicado en la Avenida Lincoln al 4305, a una cuadra de la Plaza Arenales, entre Habana y Gualeguaychú, y fue concebido como vivienda particular de Alfredo, uno de los 5 hermanos Ceci (Egiziano, Socrate, Arístides y Parisina) provenientes de Camerano provincia de Ancona, Italia.
Trabajadores sin descanso, los Ceci pronto crean la empresa constructora Ceci Hermanos estableciendo sus oficinas en la Av Caseros, Barracas. Eran gente de trabajo, simples pero buenos albañiles decididos a trabajar duro en una Argentina pujante. Entre sus obras en Villa Devoto se destacan el Seminario Conciliar, la Inmaculada Concepción, San Vicente de Paul (FASTA), Nuestra Señora del Huerto de la Av. Mosconi en Villa Pueyrredón, la Basílica de San Antonio, por citar solo algunas.

Se ha catalogado su estilo como ecléctico, muy de moda entre la clase alta de aquellos años. En definitiva, un estilo francés pero interpretado por italianos.

La visual del edificio se ve favorecida por las dos plazoletas que lo enfrentan, siendo su construcción de un único volumen rodeado originalmente por jardines. La plazoleta de la derecha en realidad formó parte del terreno del Palacio hasta que fue abierta Gualeguaychú sercenándole la esquina y dando lugar a la actual plazoleta con juegos.
El ingreso se hace por el portón para carruajes sobre Lincoln 4305, a mano derecha.
Arquitectos y entendidos han catalogado su estilo como ecléctico, muy de moda entre la clase alta de aquellos años. Puede distinguirse el estilo Luis XVI en el salón dorado, hall y escalera principal. En definitiva, un estilo francés pero interpretado por italianos.
Otros, basándose en la calidad de materiales y terminaciones, se inclinan por clasificarlo como un showroom, una construcción que sirviera para demostrar lo que eran capaces de hacer.
Un corredor interno rodeaba el Palacio, la circulación tal vez pensada en el sentido de las agujas del reloj de tal modo que primero se detuviera el carruaje en la entrada principal para luego detenerse en la puerta de servicio situada a la vuelta. Aún resiste amurada una argolla de hierro para amarrar las riendas de los caballos.

La planta baja está emplazada a una altura de dos metros, a la cual se accede a través de una imponente escalera de ingreso tallada en granito proveniente de Milán. Entonces se accede a un hall externo con un trabajado piso de mosaicos tipo romano donde se encuentra la puerta principal. En este nivel se puede encontrar en el ala izquierda el salón dorado, un vestidor y un toilette; en la parte derecha el salón comedor, con su salón de fumar detrás y una sala pequeña adelante.
Una vez en el hall de entrada nos encontramos al frente con la escalera imperial de mármol con sus soportes de bronce para sujetar la alfombra y el hueco elíptico en el techo que permite ver la cúpula situada en la terraza. Las barandas son de hierro y bronce traídas de Italia.

La simetría es casi una obsesión en esta construcción. A ambos lados de la escalera aparecen dos puertas, Una con acceso, la otra es falsa.

A esta altura podemos obsrevar que la simetría es casi una obsesión en esta construcción. A ambos lados de la escalera aparecen dos puertas, una a la derecha con acceso al office y al salón comedor, la de la izquierda es falsa. Sobre la pared que delimita el salón comedor también aparece otra puerta falsa que equilibra la visual con la del vestidor situada al frente.
El salón comedor es más bien masculino, un salón formal para beber vino o hablar de negocios, desde aquí se accede también al salón de fumar.
Por el ala izquierda, el Salón Dorado iluminado con tres ventanales que rebotan la claridad en paredes claras con molduras doradas, e iluminan el fresco con un motivo femenino que alude al amor y a la ternura. Una joven es llevada volando por un inmenso pájaro que parece ser un cisne guiado por querubines, mientras que más allá una pareja se enreda en un abrazo.


Desde el descanso de la escalera alzando la vista puede verse otro fresco esta vez firmado por Dante Ortolani, un artista italiano que se radicó en Argentina llegando a ser escenógrafo del Teatro Colón.
En el primer piso vuelve a aparecer la simetría con una doble circulación, a la izquierda el espacio de las mujeres, a la derecha el de los hombres, al frente una imponente puerta de doble hoja con un colorido vitreaux con diferentes representaciones, accede al balcón sobre la avenida Lincoln.
Entre los espacios de uso exclusivo de los propietarios en este nivel se encuentra la sala de billar, recuperada en febrero de 2021, que aun mantiene su lámpara original pero no la mesa y está rodeada por bibliotecas que fueron agregadas con posterioridad. El hall central, identificado claramente por una importante guarda en los pisos calcáreos, conecta mediante una escalera noble con el comedor de la planta baja. En este hall que no escapa a la simetría del resto del diseño se encuentra el tablero de electricidad original con sus interruptores de cobre amurados. En un rincón puede verse una mesa de piedra y granito. Para los que con fundamentos vinculan a los Ceci con la Iglesia Católica consideran que pudo tratarse de un altar, otros más escépticos creen que solo fue una simple mesa de jardín.
Al tercer nivel se accede por la escalera de servicio que sube rodeando el ascensor original que no funciona desde 1942, situada al final del pasillo del lado masculino, nivel más alto del Palacio donde encontramos la terraza y encerrada en la torre, la cúpula.
La visita finaliza en el subsuelo al cual se accede bajando hasta el final de la escalera de servicio, siempre girando en torno al ascensor donde encontramos la cocina cocina y la despensa, ambientes que fueron recuperados en diciembre del 2020. Cruzando el pasillo abovedado se encuentran las habitaciones, el baño y la sala de planchado, sectores que no están abiertos al público. Es en esta parte donde transcurre la vida de trabajo de los 14 sirvientes registrados en los asientos del Palacio, con cicatrices típicas de una vida paralela a la de los dueños de casa.
Tras la muerte de Alfredo en 1938 la familia Ceci alquila la propiedad al Ministerio de Educación para vivienda particular del señor Bartolomé Ayrolo quien encarga construcciones adicionales. El edificio que se construye está retirado del Palacio y puede verse desde la calle José Cubas. Dicha construcción contempla cocina, comedor, talleres, aulas, salas para profesores, administración y habitaciones para los alumnos. Ayrolo la habita hasta 1942 año en que fallece. Posteriormente el alquiler pactado en $2500 comienza a perder valor tras sucesivas devaluaciones de la moneda y los herederos reclaman un ajuste. Al no tener respuesta favorable inician varios juicios de desalojo que no llegan nunca a término. Finalmente después de muchas idas y vueltas, el predio es expropiado durante la presidencia de Onganía y puesto bajo la órbita del Ministerio de Educación.
En 2009 el Gobierno de la Ciudad encara las obras de ampliación de la escuela, construyendo un edificio moderno ensamblado perfectamente con el antiguo.
Hoy en día el Palacio puede ser visitado a través de las experiencias fotográficas que se organizan para colaborar con la Cooperadora de la Escuela N°28 Bartolome Ayrolo. Las mismas constan de un recorrido presencial más un taller de fotografía, organizado por @RevistaDevoto. Las experiencias son aranceladas, con protocolo Covid y se realizan una vez por mes durante sábado y domingo, solo con reserva anticipada. Imperdible. ©

TXT: Grupo Editorial Metro I FOTOS: Estudio Diego Cabales

 

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