Una joya que se eleva en el centro de la Ciudad de Buenos Aires y deleita con los mejores guiños arquitectónicos y decorativos de Francia.

El admirable edificio de la Embajada de Francia en Argentina, se encuentra en Cerrito 1399 y abrió sus puertas al público en septiembre. Los visitantes pudieron recorrer los lujosos salones del Palacio Ortiz Basualdo, una joya emblemática de la arquitectura Beaux Arts porteña diseñada por Jules Dormal Godet.
El diseño del Palacio corresponde a Paul Pater, construido entre 1912 y 1918, fue utilizado como residencia del Príncipe de Gales en 1925. El Estado Francés lo adquirió en 1939 para su representación diplomática.
Hacia 1970 el ensanche de la Avenida 9 de Julio amenazó con demolerlo, pero se logró su conservación a expensas del gobierno francés.
El diseño copia la tipología del castillo campestre francés adaptado a un espacio reducido, con un planteo general de cuatro niveles: basamento, planta noble, planta de habitaciones particulares y mansarda. El exterior símil piedra luce la herrería perimetral que enmarca un jardín sobre las calles Arroyo y Cerrito. Tanto el basamento como el tercer piso alojaban a los servicios. El piso noble, situado en el primer nivel, estaba destinado a usos sociales y allí hay muchos salones. El segundo piso, al que se accede por una escalera independiente, estaba dedicado a la vida familiar.
En la actualidad, la segunda y tercera planta funcionan como oficinas de la embajada, mientras que la primera mantiene su uso social con carácter protocolar. El edificio fue declarado, desde el área de protección histórica, un bien de interés artístico nacional por su exquisita belleza decorativa que contiene mármoles policromos, paredes revestidas en madera tallada y pilastras corintias, presentes también en pisos, cristales, ventanales, la sala de música de Luis XV y los motivos chinescos.


El diseño copia la tipología del castillo campestre francés, con un planteo general de cuatro niveles: basamento, planta noble, planta de habitaciones particulares y mansarda.

Las fachadas principales del Palacio son de composición simétrica, ensamblan distintos niveles con la clara intencionalidad de destacar y unir visualmente los pisos principales. Esto se plasma con pilastras jónicas que enlazan las dos cornisas que recorren horizontalmente las fachadas.
El nivel para el uso social contiene grandes aberturas de medio punto unidas por balcones corridos, destacándose la herrería trabajada y sostenidos por ménsulas recubiertas con guirnaldas, abanicos, hojas de acanto y otros ornamentos.
A lo largo de los años se realizaron varias intervenciones, tanto en la década del 90 como en el 2000, que pudieron revertir algunos desajustes, pero introdujeron otros que no hicieron más que agravar los problemas que ya tenía el edificio.
La primera reforma fue llevada a cabo por los arquitectos Juan Carlos Poli, Carlos Maria Casano y Alfredo Zubillaga en 1994. Está intervención incluyó la restauración de los muros exteriores, carpintería, balcones, cubiertas, zinguería, reposición de campanile, entre otras cosas. La mayor modificación fue el comportamiento de la fachada del sur, que consistió en transformar lo que era un muro medianero previo a las demoliciones del sector para la construcción de la Avenida de 9 Julio.
Mientras que la segunda intervención se desarrolló en el interior del lugar y estuvo a cargo del estudio Julio Lala, Bief y Asociados. Los trabajos realizados fueron: actualización de servicios sanitarios, provisión y puesta a punto de un sistema de acondicionamiento del aire central y renovación de las instalaciones. También se incorporó un subsuelo para poder instalar todos los equipos.


Hacia 1970 el ensanche de la Avenida 9 de Julio amenazó con demolerlo, pero se logró su conservación a expensas del gobierno francés.

El Palacio Ortíz Basualdo se cuenta entre los mejores ejemplos de arquitectura académica de origen francés de Buenos Aires y en él pueden observarse las características principales que definen la arquitectura. Por un lado, la distinción de los niveles interiores: planta baja, primer piso y último piso en la base de la mansarda. Por otro lado, por tratarse de un lote en esquina, esta condición fue aprovechada para ubicar en ella el motivo central de la composición de la fachada. Las dos alas laterales son idénticas en su resolución formal. Una cúpula revestida en pizarra se ubica sobre el motivo de la esquina, articulando el cambio de dirección de la fachada y creando un interesante juego entre los distintos cuerpos que conforman la mansarda.
La Embajada Francesa abre sus puertas cada primavera de Argentina y deleita a quienes la visitan con las más hermosas composiciones arquitectónicas de origen francés. Estas jornadas de visitas emblemáticas se denominan “Jornadas Europeas del Patrimonio” y tienen una amplia convocatoria ávida de conocer esta pieza del patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires. ©

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