Conocida como la “Torre de los Ingleses”, este monumento de estilo renacentista es un imperdible de los turistas, ya que tiene una de las mejores vistas de Buenos Aires.

Hacia el norte se ve la majestuosa terminal ferroviaria de Retiro y la extensa Villa 31 detrás. En la vista este, la terminal de cruceros, el edificio Libertador y la inmensidad del Río de la Plata. Al sur, el viejo hotel de inmigrantes, el clásico Hotel Sheraton y la zona de edificios corporativos de microcentro. Y en el oeste, las románticas barrancas de la Plaza San Martín y el rascacielos Kavanagh.
La Torre Monumental fue ideada como regalo de parte de la colectividad de familias británicas en honor al centenario de la Revolución de Mayo. En 1909, se realizó un concurso en el que ganó el diseño de Sir Ambrose Macdonald Poynter y en 1910 se colocó la piedra fundacional y se inauguró en 1916, año del centenario de la declaración de la Independencia.
Conocida tradicionalmente como “Torre de los Ingleses”, este monumento de 60 metros de altura y ocho pisos, se encuentra ubicada en lo que anteriormente se llamaba Plaza Britania, hoy Plaza Fuerza Aérea Argentina. El cambio de nombre se debe al más reciente conflicto bélico en el que estuvo involucrado el país: la Guerra de Malvinas.
En la transición entre los tiempos de dictadura y el regreso de la democracia con la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín, la torre sufrió la explosión de una bomba. El atentado dañó seriamente su planta baja y algunos elementos originales, hoy exhibidos para recordar y seguir condenando la barbarie.
El edificio es de estilo renacentista y tiene un revestimiento con una combinación de ladrillos rojos y piedra blanca.


Tras la Guerra de Malvinas, la plaza donde se encuentra cambió su nombre de Britania a Fuerza Aérea Argentina.

Para la construcción se utilizaron 555.000 ladrillos provistos por una compañía inglesa que sigue en actividad. Todo está intacto, prueba fidedigna de la calidad de los materiales.
La estructura se emplaza sobre un basamento con cuatro escalinatas a cada lado y vertedores en sus esquinas. La mayor parte de los materiales fueron traídos desde Inglaterra.
En la parte superior se destaca el antiguo reloj de la empresa Gillett & Johnston (la misma del famoso Big Ben de Londres), el cual suena cada  minutos. En la entrada principal se encuentra una placa de mármol que dice: “Los residente británicos al Gran Pueblo Argentino Salud, 25  de mayo de 1910”.
En las otras caras de la fachada se pueden observar diferentes relieves con emblemas del Imperio Británico: La Flor del Cardo; La Rosa de Casa Tudor; El Dragón Rojo de Gales y el Trebol de Irlanda. Para finalizar se destacan los escudos de Argentina y Reino Unido.
El interior del edificio es de boisseire y piso damero, ambos traídos desde Europa, mientras que el ascensor, totalmente restaurado, lleva al sexto piso y su balcón de cuatro caras es la clave para tener una panorámica de la ciudad en 360°. Pero eso no es todo, un piso más arriba, al que se llega por escalera marina, es el doble de lujoso: allí late el reloj, que es de corazón metálico, péndulo de cuatro metros, cinco campanas de bronce, siete toneladas de peso y gran emblema británico dentro de la Argentina.
Una curiosidad escondida en el reloj, es que su melodía es la misma que se escucha en Londres: Cuartos de Westminster. Los visitantes del monumento pueden visitarlos por sí solos o acompañados por guías que explicarán la historia que marca este emblema.
Javier Terenti es técnico en electrónica y relojero. Hace once años que trabaja en la Torre Monumental y que es el encargado de salvaguardar el buen funcionamiento de los relojes que dependen del Ministerio de Espacio Público. Aprendió su oficio de Carlos Caserta, un viejo especialista ya jubilado, quien le supo transmitir los secretos y el amor por este trabajo artesanal y en extinción.



La reapertura del Mirador

El emblemático edificio estuvo cerrado por más de una década y en el 2019 se reabrieron sus puertas para que los turistas y los oriundos de Buenos Aires pudieran visitarlo.
La reapertura de la Torre y de su mirador de casi 60 metros de altura implico un acondicionamiento edilicio y una puesta en valor que incluyó la reparación del ascensor y la readecuación del área de servicio del primer piso, al que se incorporó un office y se renovó el baño.

Una curiosidad sobre la Torre, la melodía de su reloj es la misma que se escucha en Londres: Cuartos de Westminster.

Actualmente, no solo es un lugar visitado por los que quieren tener otra vista de la ciudad, sino también un espacio cultural donde se muestran fotografías, pinturas y muchos otros tipos de arte. Cada muestra va cambiando mes a mes, para que quien quiera visitarlo puede ver otra cosa, además del mirador.

Puesta a punto

A comienzos del mes pasado, y por primera vez en su historia, el mecanismo del reloj fue desarmado por completo para una restauración en profundidad.
El trabajo fue realizado un equipo de relojeros expertos que también se encargan del mantenimiento de los relojes de la Casa de la Cultura, el Ministerio de Salud, el Palacio Lezama, la Usina del Arte, la Iglesia del Pilar, el Cementerio de Recoleta y los artefactos solares Seiko que funcionan en distintos puntos de la vía pública.
“Es la primera vez en la historia que la máquina del reloj se desarma por completo. Siempre que fue necesario, se reparó por etapas, pero en esta ocasión se le realizó una restauración de todo el sistema”, explicó Javier Terenti, el relojero encargado –junto a los técnicos Omar Galoppo y Gonzalo Quiroga– del cuidado y mantenimiento de las maquinarias. ©

TXT: Grupo Editorial Metro I FOTOS: Web


Comments are closed.