Una mansión de José C. Paz, que hoy alberga la sede del Círculo Militar, encierra los sueños presidenciales del fundador de La Prensa.

Cómo muchos miembros de la alta burguesía porteña de la belle époque, José C. Paz se dio el lujo de encargar la construcción de su mansión en Buenos Aires, a un arquitecto francés. Y como no podía ser de otra manera, lo construyó en el sector más parisino de la ciudad. Pero a diferencia de la mayoría de aquellos, el fundador del diario La Prensa, lo hizo con una ambición particular.
José Clemente Paz fue uno de los exponentes de la generación del 80. Hijo de don Ezequiel Paz y doña Jacoba Cueto, nació en Buenos Aires en 1842, pero se crió en Rosario. El 18 de octubre de 1869 fundó el diario “La Prensa”, que llegó a ser uno de los más importantes periódicos del país y de América.
Además, Paz fue diputado y diplomático. En esa parte en la que la historia se mezcla con la leyenda, se cuenta que José C. Paz soñaba con ser presidente de la Nación. Sus aspiraciones políticas lo llevaron a plantear el proyecto de su residencia, para poder utilizarla como palacio presidencial. Tal es así, que el “Palacio Paz” es quizás la más grande de las residencias familiares urbanas que se hayan construido en Buenos Aires, destinadas a ser habitadas sólo por una familia.
El proyecto fue diseñado en Francia por el arquitecto Louis Sortais, y construido en el país por el ingeniero Carlos Agote, con la participación de Alberto Gainza. El edificio con una planta en forma de U, está articulado en tres niveles superiores, un subsuelo y el jardín interior.
La planta baja es exclusivamente pública. Una sucesión de salones combinan diferentes estilos, marcando el eclecticismo típico de la época. Así tanscurren la sala de música, el salón de té para las damas (marcadamente rococó), los salones para fumar, el gran salón de baile (en estilo regencia), y diferentes salones de recepción.


Una amplia galería “de honor” atraviesa el ala central del edificio, con un estilo muy diferente: los muros tienen enormes zócalos de madera oscura de nogal, y bancos con un exquisito trabajo de ebanistería cuyas figuras talladas representan diferentes historias. La parte superior de los muros está tapizada en damasco de seda color carmín, y los techos en estuco imitando madera. El mismo estilo se repite en el comedor principal, pero el tapizado de las paredes en color maiz le da un aspecto más luminoso.

El 12 de Junio de 1938, Zelmira Paz de Anchorena, le vende la propiedad al Círculo Militar, su propietario actual.

La galería conduce al imponente Hall de Honor (que hoy lleva el nombre de Sala Levalle, en honor al fundador del Círculo Militar). El gran hall es un recinto de triple altura, de planta circular, totalmente revestido en mámol en pisos, paredes, frisos y columnas, rematada con una cúpula que corona el edificio. Al hall se accedía también desde el jardín, que comunicaba a las cocheras, que se encontraban en el predio que hoy ocupa un emprendimiento hotelero.
El diseño se complementa con la calidad de los materiales, mobiliario y equipamiento traídos desde Europa. Todos los pisos de madera son de roble de Eslabonia, los mármoles italianos, las arañas francesas.
El lujo se puede ver hasta en los más pequeños detalles, como los herrajes de las aberturas, las tallas de los marcos, o los vitreauxs de las ventanas.

La fachada sobre la plaza San Martín está inspirada en la fachada del palacio del Louvre, con un volumen principal flanqueado por torreones. El contrafrentre, que se abre al jardín, con un interesante juego de volúmenes responde al modelo del castillo de Chantilly.
La construcción comenzó en 1902 y terminó el 1914. El palacio tiene una superficie cubierta total de 12.000 metros cuadrados y albergaba las comodidades para el Dr. Paz y cada uno de sus hijos. Lamentablemente, su dueño había fallecido dos años antes, sin ver terminada la obra. A la mansión se mudaron su viuda Doña Zelmira Diaz con sus dos hijos, Zelmira y Ezequiel.
Se instalan en diferentes alas de la casa: Zelmira (quién se había casado con Gainza y al enviudar volvería a contraer nupcias con Aaron Anchorena) se instala en el ala derecha y Ezequiel, quién había sucedido a su padre en la dirección del diario y en el otro extremo junto a su esposa. Las habitaciones privadas se encontraban en el primer piso de la mansión, reservándose el piso superior para el personal de servicio.
El 12 de Junio de 1938, Zelmira Paz de Anchorena, le vende la propiedad al Círculo Militar, su propietario actual. Con la venta, dona la mayor parte del mobiliario original, que aún se encuentra en los diferentes espacios.

El lujo se puede ver hasta en los más pequeños detalles. Los pisos de madera son de roble de Eslabonia, los mármoles italianos, las arañas francesas.

El estado de conservación del edificio es impecable. Tanto el exterior como el interior se mantienen como hace cien años, a pesar de haberse adaptado a sus nuevas funciones. La sede del Círculo Militar alberga, además de las oficinas administrativas, un museo de armas. El Círculo Militar, es una asociación civil fundada por y para oficiales del Ejército, pero que en la actualidad, 80 años después, funciona como club social. En las oficinas del Círculo Militar se esfuerzan por aclarar que cualquier ciudadano puede ser socio y que, de hecho, el Palacio Paz se mantiene con esas cuotas, más el alquiler de los salones para eventos sociales.
En los salones se realizan todo tipo de actividades sociales y culturales: conciertos, eventos privados, empresarios e institucionales. Estas no están reservadas a miembros del círculo, sino que pueden ser contratadas de manera independiente.
Un detalle: personal especializado del Palacio realiza diariamente visitas guiadas en castellano y en inglés, recorriendo las áreas públicas abiertas al público. Duran aproximadamente una hora y media, y pueden terminan con un té en uno de los salones de las partes privadas del primer piso.


Adaptandose a los tiempos

El espelendor de los 12 mil metros cuadrados y las 140 habitaciones del Palacio no son algo fácil, ni barato de mantener. Pensando en eso es que nació la idea de construir algo en un pedazo del lote en el que funcionaban los gimnasios del club. Así surgió el proyecto Palacio Paz XXI.
Para enfrentar este desafío, llamaron al arquitecto argentino Ignacio Dahl Rocha, quien sabía de antemano que este sería un proyecto delicado. Como Monumento Nacional que es el Palacio Paz, tuvo que intervenir la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos. Al principio, dirigida por el arquitecto Jaime Sorín, hoy en manos de Teresa de Anchorena, la Comisión se interesó por la idea pero buscó que el proyecto agregara valor al conjunto.
Dahl Rocha buscó que el edificio nuevo no fuera protagonista sin perder su carácter. De paso, se propuso que el diseño cubriera el desastre de medianeras que acosa al Palacio. Teresa de Anchorena pidió que no se pensara solo en el patrimonio heredado, que también se tuviera en cuenta que la arquitectura nueva debía convertirse en el patrimonio del futuro.
El proyecto para el Palacio Paz XXI se organiza a partir de la volumetría de la manzana, basándose en distintos enrases que respeta los edificios aledaños.
De esta manera, construye una nueva fachada urbana continua al conjunto de edificios sobre la Avenida Santa Fe a la vez que cubre las medianeras existentes, mejorando el entorno del jardín del Palacio Paz. Esta intervención, junto al completamiento del solar vacío sobre Marcelo T. De Alvear, permite generar tres masas edilicias distintivas y diferenciadas: el Palacio en sí mismo, el frente urbano hacia la Avenida Santa Fe, y los edificios sobre Marcelo T. De Alvear.
Sobre la calle Esmeralda propone un volumen de doce niveles que toma la altura de los edificios existentes a ambos lados, eliminando las medianeras e integrando el conjunto, antes desmerecido por el pabellón de deportes preexistente, cuya fachada ciega carecía de riqueza urbana. Las fachadas del proyecto se articulan a través de grandes vigas-balcón, reforzando la idea de continuidad y cohesión urbana.
De esta manera, el Palacio Paz XXI construye una nueva fachada urbana que cubre las medianeras existentes y mejora la coherencia del conjunto. A nivel peatonal, el proyecto recupera el carácter abierto de los jardines del Palacio, generando una conexión directa tanto con la plaza como con la calle. Una gran marquesina completa la operación, revalorizando el centro de la manzana. ©

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