En los años 30, en una Buenos Aires que crecía y buscaba ser el centro de Latinoamérica, se empezó a discutir la importancia de tener un planetario en la ciudad. No fue hasta más de treinta años después, que el Planetario Galileo Galilei abriría sus puertas a dos colegios para maravillar a los jóvenes con información de los cielos. Este mes, festejamos los 56 años de su primera función.

Hoy, esa construcción circular, emplazada en pleno Palermo, es una postal obligada para todos los turistas que conocen Buenos Aires por primera vez. Dentro del edificio hay telescopios, un museo, una plaza astronómica, el famoso meteorito “La Perdida”, hallado en 1965 en Campo del Cielo, provincia de Chaco, que data de un evento de hace aproximadamente unos 4000 años y en el primer piso es posible apreciar una roca lunar que trajo a la Tierra la misión Apolo XI.
Más allá de su función de albergar estos tesoros, la función del Planetario es lograr que el conocimiento astronómico trascienda el mundo académico y sea accesible a todas las personas.
Es por ello que también ofrece cursos de ciencia, espectáculos con un proyector de estrellas, un novedoso sistema de video full dome y butacas móviles 4D, entre otras varias actividades culturales como ser noches de música y estrellas.  Pero, ¿qué nos dicen sus paredes?


La construcción del edificio estuvo a cargo del arquitecto argentino Enrique Jan, quién asegura que este edificio es uno de los pocos en el mundo proyectado y construido a partir del módulo triángulo equilátero. Esta elección tiene una razón de ser: es la superficie plana más perfecta que se puede realizar con un mínimo de lados iguales, mostrando la íntima relación entre las partes y el todo, lo que va desde la partícula elemental primera hasta ese desarrollo cósmico en el cual estamos inmersos.
Jan era un apasionado lector de Ray Bradbury, autor de “Crónicas marcianas”, del cual el arquitecto poseía una primera edición, y estaba convencido de que el libro poseía poderes protectores: esto lo llevo a cortar el libro en tres partes, colocar debajo de cada una de las patas que sostienen al edificio una parte del ejemplar para que pudiera pasarle sus dones a la construcción. Es por eso que se dice que el Planetario se asienta, literalmente, sobre una de las obras más relevantes de la literatura del siglo XX, un libro que también tenía un ojo en la humanidad y otro en las estrellas.

La construcción del edificio estuvo a cargo del arquitecto Enrique Jan, era un apasionado lector de Ray Bradbury, autor de “Crónicas marcianas”, del cual el arquitecto poseía una primera edición.

La primera función se realizó el 13 de junio de 1967, de la que participaron alumnos de la Escuela Comercial N.º 1 de Banfield y del Colegio de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, de la Capital Federal. El profesor de Geografía y Matemática, Antonio Cornejo les mostró cómo estaría el cielo sobre Buenos Aires, la Antártida Argentina y el polo sur esa noche, y la forma de orientarse mirando la Cruz del Sur. Muchos estudiantes se maravillarían a través de los años con el cielo que retrataba el Planetario.


Durante su historia recibió varias reformas, pero las dos más importantes se dieron en 2011, que renovó equipamiento e interiores después de varios años sin inversión, y en 2017 con motivo de su aniversario número cincuenta se buscó modernizarlo. Cuenta con cinco pisos, seis escaleras (una helicoidal) y una sala circular de veinte metros de diámetro. La cúpula está recubierta interiormente con chapas de aluminio, que sirve como pantalla. Entre las reformas de su 50° aniversario se hizo una edilicia y en el domo limpiaron profundamente la pantalla para poder proyectar contenido 8K, una resolución de imagen más acorde con la tecnología actual. Además, se reconfiguró el tendido eléctrico y las luminarias del primer y segundo piso, y se restauró el anillo de Saturno, que termina de darle esa forma tan característica, muy ligada a las postales de nuestra querida ciudad.

Más allá de su función de albergar tesoros estelares, la función del Planetario es lograr que el conocimiento astronómico trascienda el mundo académico y sea accesible a todas las personas.

Desde el parque es posible disfrutar de 50 metros de pantallas LED translúcidas y de un sistema de telegestión para que el Planetario se ilumine de forma coordinada con otros seis puntos clave de Buenos Aires: el Obelisco, el Monumento de los Españoles, la Pirámide de Mayo, el Puente de la Mujer, la Floralis Genérica y la Torre Monumental.
Hay visitas guiadas gratuitas todos los sábados y domingos, previa reserva de entradas que pueden adquirirse en el sitio web: https://planetario.buenosaires.gob.ar/. Además, desde la página es posible enterarse y disfrutar de las diversas actividades que goza el monumento histórico que le ha dado a nuestra ciudad la posibilidad de contar con un poco del cielo en la tierra.
Con 56 años de vida, podemos asegurar que esta hermosa construcción astronómica ha cumplido con éxito su misión divulgadora, logrando que todos los interesados puedan conocer un poco más allá el planeta que habitamos y despertando e inspirando vocación tanto a los niños como a los adultos. ©


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