Auge, ruina y resurrección de una joya secreta en el corazón porteño.

En Sarmiento al 800, a metros del Obelisco y en pleno caos del microcentro, sobrevive una joya escondida que parece sacada del Imperio Romano. Fundado en 1895 por un masajista italiano, el Spa Colmegna fue el mayor oasis urbano de Latinoamérica. De refugio de la élite y sitio mítico, a ruina arquitectónica y juicio millonario. Hoy renace, restaurado, con promesa de lujo y bienestar.

De Roma a Buenos Aires

En medio del trajín de la ciudad, sobrevive una puerta a otro tiempo. El Spa Colmegna, creado en 1895, fue un proyecto visionario de Luis Colmegna, un joven masajista italiano que cautivó a la aristocracia local y se propuso construir un templo del bienestar inspirado en las Termas de Caracalla.
No lo hizo solo: contrató al célebre arquitecto Francesco Tamburini, responsable de obras como la Casa Rosada y el Teatro Colón, para levantar un edificio monumental que combinara tecnología europea, mármoles traídos del norte de Italia y el concepto romano de salud integral. Así nació este santuario de mármol, hierro, vitrales y vapor, pionero en su tipo en toda Latinoamérica.


Poder, placer y misterio

Durante décadas, “El Colmegna” —como lo llamaban sus fieles— fue mucho más que un spa. Era un espacio de socialización, poder y disfrute. Allí se mezclaban presidentes, jueces, artistas, intelectuales y hasta celebridades del espectáculo. Figuras como Marcelo T. de Alvear, Perón, Carlos Gardel, Borges, Susana Giménez, Maradona, Spinetta, y hasta John Travolta pasaron por sus salas termales.
Entre baños turcos, duchas escocesas y partidas de dominó, también se tejían alianzas políticas, se firmaban acuerdos y, según versiones, se impartía justicia paralela. El juez Norberto Oyarbide era habitué, y se dice que Borges lo menciona en El Aleph al referirse a “los baños turcos de Sarmiento y Esmeralda”.
Con el tiempo, el spa fue incorporando servicios como peluquería, gimnasio en altura y piscina retráctil, abriéndose también a clientas mujeres, entre ellas Eleonora Cassano, Maya Plisétskaya y otras figuras públicas. Incluso circula el mito de que Carlos Gardel escribió allí “Mi Buenos Aires querido”.

La tragedia del 2019

La historia cambió para siempre en noviembre de 2019. Una obra para ampliar el subte —más precisamente la construcción de una nueva boca del Nodo Obelisco— provocó filtraciones, fisuras estructurales y el colapso de sectores clave del edificio. El Colmegna fue evacuado y clausurado.
Los daños fueron catastróficos: mármoles rotos, paredes hundidas, techos cuarteados y pérdida del patrimonio histórico. En 2015, un grupo de exclientes lo había adquirido a la familia fundadora, encabezados por un tal Fernández, que en medio del colapso declaró: “Está de pie porque es un edificio increíble, se sostiene por su estructura original de hierro”. Aun así, demandaron a la empresa constructora Dycasa S.A. y al Gobierno porteño por más de siete millones de dólares.


Una joya secreta de Buenos Aires

Detrás de una fachada algo deslucida aún se asoma el mármol negro original. Las columnas, los vitrales y los ecos de tertulias pasadas persisten. El Colmegna es una cápsula del tiempo, una rareza que atravesó siglos, modas y gobiernos, y que hoy sigue latiendo como un pulmón secreto en el corazón de Buenos Aires.
Como dijo Victoria Colmegna, cuarta generación familiar: “Es parte de la ciudad. Hay que tratar de salvarlo, o al menos ver qué se puede salvar”.

El renacimiento

Contra todo pronóstico, y gracias a una restauración minuciosa, el Spa Colmegna volvió a abrir sus puertas. Si bien gran parte de la estructura original debió ser reforzada o reemplazada, se mantuvo su esencia. Hoy funciona como un centro integral de salud y bienestar, en formato más reducido pero con la misma impronta.
El circuito actual incluye hidroterapia, masajes, tratamientos faciales, servicios de belleza, peluquería y rehabilitación física. Algunos sectores, como el área termal completa, requieren orden médica para su uso. La experiencia combina la historia con el confort moderno. ©

TXT I Fotos: GEM


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