Un nuevo ícono urbano se eleva en Puerto Madero.
Una nueva postal se perfila en el horizonte de Buenos Aires: la Rueda de Buenos Aires, una noria panorámica de más de 80 metros de altura, comenzará a instalarse en los próximos meses en el Dique 1 de Puerto Madero. El ambicioso proyecto promete no solo una atracción turística de primer nivel, sino también un punto de inflexión en la forma en que la ciudad se mira a sí misma desde las alturas.
Un nuevo capítulo en la transformación de Puerto Madero
Desde hace décadas, Puerto Madero encarna el proceso de reconversión urbana más emblemático de la ciudad. Lo que fue una zona portuaria en desuso se convirtió en un laboratorio de urbanismo contemporáneo, con rascacielos, proyectos sustentables y espacios públicos cada vez más densos y complejos.
La instalación de la rueda panorámica representa un nuevo paso en esa evolución. Ya no se trata solo de viviendas premium y oficinas corporativas, sino de dotar al barrio de un carácter más plural, abierto al turismo y al entretenimiento. La futura noria convivirá con emprendimientos como el complejo Madero Harbour, la Harbour Tower —el rascacielos más alto del país—, y la Reserva Ecológica, con la que dialogará visualmente desde las alturas.
Diseño e ingeniería: construir sobre el agua
Con una altura estimada entre 79 y 82 metros, la Rueda de Buenos Aires se posicionará entre las norias urbanas más imponentes del continente. Estará compuesta por 36 cabinas cerradas y climatizadas, con capacidad para 8 personas cada una, permitiendo transportar hasta 288 visitantes por vuelta.
La estructura descansará sobre una plataforma de más de 1.100 metros cuadrados, construida en hormigón armado y anclada sobre el mismo espejo de agua del dique. A esto se suma un sistema de iluminación LED de última generación, que promete convertirla en un hito visual tanto de día como de noche.
El desafío técnico es considerable: instalar una obra de estas características en un entorno acuático implica un complejo proceso de ingeniería estructural, cálculos de anclaje, absorción de vibraciones y logística de montaje.
El calendario de obra y los obstáculos
Si bien el proyecto fue aprobado hace ya varios años, su ejecución se vio demorada por múltiples factores. Entre ellos, destacan las dificultades para importar componentes clave —como el eje y la corona de la rueda— debido a restricciones aduaneras, primero con el sistema SIRA y más recientemente con el SEDI.
Ahora, con las autorizaciones en regla y la obra civil iniciada, se estima un plazo de construcción de 15 meses, lo que ubicaría la inauguración para fines de 2026 o comienzos de 2027, si no surgen nuevos contratiempos.
Un mirador urbano y símbolo cultural
La experiencia de subirse a la rueda será más que un simple paseo. Desde su punto más alto, se podrá disfrutar de una vista panorámica única: el skyline porteño, la Reserva Ecológica, el Río de la Plata, los parques de Puerto Madero y, en días despejados, incluso la costa uruguaya.
Más allá de lo visual, la rueda se suma al selecto grupo de norias urbanas convertidas en íconos culturales: la London Eye, la High Roller de Las Vegas o la Singapore Flyer. Buenos Aires tendrá, por primera vez, su propio mirador giratorio, pensado tanto para el turismo como para la población local.
Modelo de gestión y proyección futura
El emprendimiento está a cargo de RDBA S.A., una sociedad que ahora pertenece a Parque de la Costa S.A., del grupo Fénix. No implicará inversión pública: la empresa financiará la totalidad de la obra, y a cambio obtiene una concesión temporaria por varios años, abonando un canon anual a la ciudad. Al finalizar ese período, la rueda pasará a manos del Gobierno porteño a través de la Corporación de Planeamiento Metropolitano (CPM).
Este modelo mixto de gestión —financiamiento privado con control público a largo plazo— refuerza una tendencia cada vez más frecuente en proyectos urbanos de escala: la colaboración entre sector público y privado como motor de transformación territorial.
Una ciudad que se redescubre desde el cielo
La Rueda de Buenos Aires no es solo un nuevo objeto en el paisaje urbano: es un dispositivo simbólico. Elevarse sobre la ciudad para observarla con distancia y perspectiva es, también, una forma de repensarla. Este mirador giratorio, en pleno corazón de uno de los barrios más modernos de la capital, invitará a locales y turistas a reconectar con el espacio urbano desde otro ángulo.
Así, Buenos Aires se suma a una tendencia global que une arquitectura, turismo y paisaje, en un gesto que busca —literal y metafóricamente— mirar más allá. ©a Argentina (FOA), una entidad sin fines de lucro que desde hace más de medio siglo trabaja en investigación, docencia y atención oftalmológica para toda la comunidad. ©
TXT I Fotos: Prensa