A más de 120 años de su inauguración, el Museo Nacional de Bellas Artes ostenta el mayor patrimonio artístico del país y uno de los principales de América Latina.

Ubicado sobre la Avenida del Libertador 1473, Ciudad de Buenos Aires, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de Argentina está emplazado en la antigua Casa de Bombas, un edificio perteneciente a los establecimientos Recoleta de Obras Sanitarias de la Nación. El Museo fue creado en 1895, a través de un decreto del presidente José Evaristo Uriburu, y su primer director fue el artista, crítico y primer historiador del arte argentino, Eduardo Schiaffino.

Un obsequio de Navidad

Las primeras donaciones que recibió el museo fueron las colecciones de Adriano Rossi y José Prudencio de Guerrico. Asimismo, el propio Schiaffino no dudó en pedir la colaboración de amigos y coleccionistas para acrecentar el patrimonio del Museo. Con un conjunto inicial de 163 obras, el MNBA abrió sus puertas el 25 de diciembre de 1896 en el edificio del Bon Marché de la calle Florida, actual sede de Galerías Pacífico. Si bien este inmueble funcionaba como tienda por departamentos -joyerías y mercerías-, una buena parte también estaba destinada a otros espacios culturales como el Ateneo, la Colmena, ateliers de artistas y bibliotecas.
Con el objetivo de acrecentar el patrimonio fundacional, en 1906 Schiaffino viajó a Europa en misión oficial. Allí recorrió museos, estableció contactos con coleccionistas y artistas, y compró pinturas antiguas y contemporáneas. En esa oportunidad, adquirió la colección Bayley, un conjunto de dibujos y estudios preparatorios de maestros antiguos. También aprovechó ese viaje para comprar calcos en yeso destinados al Museo de Escultura Comparada, proyecto que no llegó a concretar.
Desde su fundación, el MNBA se perfiló como un museo de carácter ecléctico, cuyo acervo fue creciendo a partir de importantes compras y donaciones. En 1907 se adquirió una obra del pintor francés Auguste Renoir, al mismo tiempo que el Metropolitan Museum de Nueva York también incorporaba su primer Renoir. El coleccionismo local estaba a la par de los modelos y gustos internacionales.

Un patrimonio que crece

El 30 de junio de 1908 se inauguraron las salas números XVI, XVII y XVIII del museo, donde se exhibían las obras que Schiaffino había comprado en su viaje de 1906. En esa ocasión se exhibieron esculturas, pinturas, medallas, dibujos, grabados y muebles, que incluían piezas de Pierre Renoir, Eugène Carrière, Jean Henner, Ignace Fantin Latour, Albert Lébourg y Theodore Rousseau, entre otros. Al año siguiente, el MNBA debió dejar su sede por falta de espacio y se trasladó a la Plaza San Martín. La colección ocupó el edificio del Pabellón Argentino, construido en hierro y cristal, que había albergado la participación de nuestro país en la Exposición Universal de París de 1889.
Schiaffino optó por distribuir las obras en orden cronológico y por donaciones de coleccionistas. Dos importantes conjuntos de obras se habían incorporado al museo, el Legado Parmenio Piñero (1907) y la donación Ángel Roverano (1910). Las primeras se ubicaron en un edifico anexo, junto con el legado Rossi, mientras que las segundas se exhibieron en las salas de la planta alta del Pabellón.
Con motivo de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, la Ciudad de Buenos Aires organizó la Exposición Internacional de Arte. La muestra fue inaugurada el 2 de julio de 1910 en un edificio contiguo al Pabellón Argentino, ubicado entre las calles Arenales y Florida. Allí se exhibieron los envíos extranjeros de España, Francia, Austria, Hungría, Estados Unidos e Italia y un conjunto de obras locales. La exhibición se convirtió en una importante fuente de ingreso para el patrimonio del MNBA.
Entre 1911 y 1931 la dirección del Museo estuvo a cargo del pintor y escritor Cupertino del Campo, cuya administración se centró en la ampliación de los servicios internos y externos del museo. Organizó el taller de restauración y elaboró un programa didáctico dirigido al público en general, a cargo de reconocidos historiadores, artistas y críticos. También implementó una política de préstamos de obras como punto de partida para la creación de museos locales, estableciendo un programa conjunto entre el Estado Nacional y los gobiernos provinciales. Pinturas, esculturas y grabados adquiridos en el Salón Nacional y en la Exposición del Centenario, se enviaron a Córdoba, Tucumán, Rosario, La Plata, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Mendoza. Esta iniciativa, que se llevó adelante hasta los años treinta, despertó numerosas críticas.


La tercera es la vencida

Tras dos décadas en el pabellón argentino, las obras se trasladaron a la que sería su sede definitiva en la Avenida del Libertador. La inauguración se realizó el 23 de mayo de 1933 y contó con la presencia del Presidente de la Nación, Agustín P. Justo.
Durante la Revolución Libertadora de 1955 el MNBA permaneció cerrado al público, tras ser ocupado por el Regimiento 1 de Infantería Motorizada. Luego de la remodelación de algunas de sus salas, reabrió sus puertas ofreciendo tres exposiciones; una de ellas era «Oleos y grabados de Goya».
En diciembre de 1960 se inauguró la exposición «150 Años de Arte Argentino», en el marco de los festejos organizados en conmemoración del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo. La exposición, que abarcaba expresiones del arte nacional desde el siglo XIX hasta el siglo XX, incluyendo las últimas tendencias, se exhibió en el pabellón anexo al MNBA, diseñado por el arquitecto César V. Janello para esa oportunidad.

En 1960 la exhibición de la colección Di Tella presentó obras de Pablo Picasso, Joan Miró, Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Antonio Saura y Lucio Muñoz. Muchas de estas piezas pasaron a integrar el patrimonio del MNBA en 1973. Como parte de las celebridades por el sesquicentenario de la Revolución de Mayo, el museo presentó un panorama de la producción artística nacional. Para esta ocasión se construyó el pabellón anexo, que luego pasó a formar parte integral del MNBA.
En 1977 se inauguró parte de las salas de la planta baja, dedicadas a la colección permanente de arte internacional de los siglos XIX y XX. Samuel Paz fue el encargado de realizar el guión curatorial que dio cabida a piezas de arte francés del siglo XIX y XX provenientes de dos relevantes donaciones: la de Mercedes y la de Antonio Santamarina. Trabajó siguiendo un criterio cronológico, donde las salas distribuidas por escuelas convivieron con otras dispuestas según afinidades formales o géneros artísticos. En la actualidad, la Planta Baja de 2.000 metros cuadrados está dedicada principalmente a mostrar las colecciones de arte internacional, desde la Edad Media hasta el siglo XXI, y el arte argentino del siglo XIX.
Gracias al apoyo de la Asociación de Amigos del MNBA, en 1980 se inauguró la amplia y moderna sala del primer piso. Samuel Paz diseñó un guión en que narró el devenir del arte argentino e internacional desde la década de 1920. En la Navidad de ese mismo año el Museo sufrió el robo de veintitrés piezas de la colección, tres de las cuales fueron recuperadas en el año 2005.


Una nueva etapa se inició en 1983, cuando el crítico Guillermo Whitelow fue convocado para dirigir la institución. Bajo su gestión, la jefa de Servicios Técnicos, Martha Nanni, realizó cambios en el guión de las salas de arte europeo y en algunas salas de arte argentino. De acuerdo con los nuevos modelos museográficos, el guión brindaba una narración clara y didáctica apoyada por diseños espaciales que privilegiaban la contemplación. En 1984 finalizó la ampliación del segundo piso, donde se ubicaron la dirección, los departamentos técnicos y administrativos, y una terraza de esculturas al aire libre.
En 1992, por la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América, se realizó la exposición «Ciento veinte años de pintura española», la cual permitió exhibir una minuciosa selección de obras del acervo de pintura española del siglo XIX del MNBA, el más importante fuera de España.
En 2001 la exposición «De Picasso a Barceló: colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, siglo XX» ofreció un recorrido a través de la creación del arte español del último siglo representada por artistas como Picasso, Dali y Miró entre otros relevantes maestros peninsulares. La exposición «Rodin en el Museo Nacional de Bellas Artes», también realizada ese año, fue la culminación de un trabajo conjunto de investigadores del MNBA, el Museo Rodin de París y la Universidad de Buenos Aires, y de conservadores franceses y argentinos. La muestra incluyó piezas de escultura francesa y argentina del acervo del MNBA, obras procedentes del Museo Rodin de París y de la colección del Museo de Arte Decorativo.


A fines de 2005, bajo la dirección de Alberto Belluci (2004 -2006), se completó la sala de arte precolombino andino, cuyo guión curatorial fue el resultado de un trabajo interdisciplinario entre el equipo de investigación del MNBA, especialistas en arte precolombino y textiles andinos. Con un diseño e iluminación especial, puso el énfasis en los aspectos estéticos de las piezas, como lo habían hecho en su momento el arqueólogo Alberto Rex González y coleccionistas como Guido Di Tella, a quienes se debe la formación del conjunto exhibido. Esta sala fue la primera de este tipo instalada en un museo de arte nacional.
Hacia fin del año 2012, el MNBA sumó a su colección tres importantes piezas de Antonio Berni: Cristo en el departamento (1980/1), El obrero encadenado (1949), donadas por la hija del artista, y La Siesta (1943), adquirida por el Museo.

Nuevas reformas

Desde hace unos años el Ministerio de Obras Públicas lleva adelante un masterplan de reformas y acciones que la dirección ejecutiva del Bellas Artes ha impulsado para modernizar y poner en valor el Museo.
La obra ya comenzada consiste en unir, a través de una circulación aérea sobre el parque Rubén Darío, la contrafachada del edificio histórico del Museo, diseñado por Alejandro Bustillo en 1933, con el pabellón proyectado por César Janello, Rubén Fraile y Jorge Gómez Alaiz en 1960, conformando así un conjunto funcionalmente integrado.
Este proyecto sumará mayor superficie para exhibición de obras, nuevos ascensores y escaleras, halls de acceso a cada planta, sanitarios, conexión con el espacio abierto y acceso directo al sector gastronómico, entre otros servicios.
Previamente, entre 2017 y 2019, se terminaron las primeras etapas del proyecto con intervenciones que optimizaron la circulación y el funcionamiento del Museo, dotándolo de mayor accesibilidad e incorporando infraestructura y nuevos sistemas de seguridad. También se realizó la puesta en valor del Pabellón de exposiciones temporarias, y se rescató para uso cultural y público el espacio abierto circundante.

En sus más de 120 años, el Museo Nacional de Bellas Artes ha formado una importante colección de más de trece mil piezas de diferentes períodos artísticos, nacionales e internacionales, que lo constituye como una de las instituciones culturales más relevantes del continente.©

TXT I Fotos: GEM


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